viernes, 20 de noviembre de 2009

Cuando se pierde todo, excepto la vida


Fotografías: Chus Álvarez.

Loreto Costa, El Salvador.-En lugares como Joya Grande las lluvias torrenciales provocaron enormes cárcabas en las laderas de las montañas (de unos 60 metros de ancho por 110 de profundidad) y la tierra se abrió camino arrastrando todo lo que encontró a su paso, incluidas las viviendas ubicadas a sus pies.
Según nos comentaron los comandos de salvamento, en cuatro horas llovió más y con más fuerza que en los tres días que duró el huracán Mitch. De 350 a 400 mililitros por metro cúbico, el equivalente a las precipitaciones de todo un mes.

Las personas de esta zona se quejan de no haber sido alertados ni prevenidos por parte del gobierno. El huracán los pilló completamente desprevenidos ya que estaban en una situación de alerta amarilla (simplemente lluvias). Para que la población fuera consciente del peligro y estuviera preparada para una posible evacuación, la alarma tendría que haberse cambiado al color rojo (fuerte tormenta tropical).
Caminando entre los restos de la catástrofe, Vladimir, de 13 años, nos sale al paso. "Pasé mucho miedo, pero ya lo superé", nos comenta con una sonrisa en los labios.

Es increíble la capacidad de recuperación de los niños ante situaciones tan extremas como esta. Sin embargo, en nuestro recorrido hemos visto llorar a mujeres como Teresa, de 34 años, al regresar a su comunidad. Ahora vive en un albergue. Tan solo una pared demuestra que en ese lugar estaba su casa y, probablemente, es la que la salvó, a ella y su familia, de morir sepultados por toneladas de lodo, agua, piedras y árboles caídos.


Teresa llegó a Joya Grande en diciembre de 1986, escapando de la guera y de la falta de oportunidades laborales. Aquí trabajaba en una panadería. Ahora lo ha perdido todo, excepto la vida. Aún así se siente "afortunada" porque todos sus familiares se encuentran bien. A sólo unos metros, fallecieron cinco de sus vecinos, tres de ellos de la misma familia, una mujer y sus dos hijos.

Marta Alicia es otra de las víctimas del desastre. Ella también lo ha perdido todo. Las dos intentan animarse refugiándose en sus creencias religiosas. "Hemos salvado la vida gracias a Dios. Fueron los rezos al señor, la vigilia la que nos ha salvado", las oigo comentar. Contemplando escenas como estas logro entender por qué, incluso antes de limpiar, reconstruir o apuntalar sus casas, los vecinos se unen para recuperar la Iglesia.

Ellas tienen su fé, otros, hasta eso han perdido, como nos comenta Roberto Cruz padre, director ejecutivo de Comandos de Salvamento. Al parecer ya ha habido al menos dos casos de suicidio.

1 comentario:

  1. Gracias por dar a conocer esto a la comunidad internacional, los comandos son en vardad personas que trabajan mucho en beneficio de los más necesitados.
    saludos desd El Salvador.

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